La despedida de un buen jefe
Es verdad que, de haberse dado, durante aquella experiencia, una relación inolvidable por buena, lo más probable es organizar una “reunión social”, modesto compartir o fiesta para la ocasión, y mejor si es de sorpresa. Allí no faltará algo de alimento, bebidas… y el popular Karaoke. Si está rondando el que escribe, seguro invitará a otros a plasmar sobre el papel el sentimiento que embargaría al colectivo por la marcha del jefe. Esta es una carta muy personal, emana de los amigos o compañeros de trabajo, antes que de las personas vistas como subordinados; no es un mensaje de la institución o empresa misma, desde la cual también se podrá escribir en una onda semejante, pero usando la formalidad, un tanto rígida, de las cartas enviadas desde sus oficinas. Como esta carta de despedida para el buen jefe pretende ser un bonito recuerdo, aspirante a quedar bien guardado en la memoria del destinatario, se estila elaborarla de forma manuscrita, eso sí, apelando al empleado de mejor caligrafía. Algunos se aplican con una “pluma tinta” y sobre el llamado “papel hilo”, de mayor grosor, consistencia, durabilidad y muy presentable, usado para ocasiones especiales. Se han visto algunas de estas cartas entregadas al destinatario ya encuadradas en marquetería. ¡Vaya motivo y detalle! Entre más compañeros de labores la suscriban, pues mejor.
Debe ser una carta encabezada por la expresión del lugar, fecha de emisión y destinatario (solo el primer nombre y apellido, precedido de la abreviatura del oficio o profesión). Luego, en un solo párrafo, plasmar el sincero deseo por los mejores parabienes a quien ha sido considerado como un buen jefe; no está mal recordar alguna anécdota difícil de borrar de la memoria colectiva, pedir que algún día regrese y que, mientras tanto, disfrute de larga vida, salud y mejores logros.