
Cierta norma para redactar una carta

Una de esas condiciones es la brevedad. En alguna ocasión, un docente de larga trayectoria le dijo a sus estudiantes: “Ustedes no ve van a marear. La respuesta del examen debe ser co-co-co”. En “modo interrogante”, el auditorio respondió: “¿Qué significa eso?”. El “profe” replicó: “Corto, conciso y concreto”. Sabía este que varios de sus alumnos destacaban en oratoria y redacción; esa virtud les daba para extenderse en demasía, si de hablar y escribir se trataba. Para colmo, en el aula estaba presente alguien que había permanecido unas 7 horas escribiendo la respuesta de un examen ordinario en otra materia; una “hazaña”. Pues “co-co-co” debe ser la redacción de cualquier carta; ella puede comenzar y culminar en 20 páginas o en una (1), pero si en un caso o en el otro solo expone lo sustancial, la esencia o extracto de la(s) idea(s) que se desea transmitir, entonces tanto la más breve y la más extensa serán cautivantes como lectura, nada aburridas y quedarán ganas de volverlas a disfrutar.
En este orden, resulta clave el manejo de un tema tratado varias veces en el aula cuando, siendo estudiantes, cursamos las asignaturas relacionadas con la enseñanza y aprendizaje de nuestra lengua materna: identificar y construir la idea principal y las ideas secundarias en cualquier texto. Es decir, estar al tanto de: (1) ¿Cuál es el aspecto, asunto o tema más relevante que se dice en un escrito?; y (2) ¿Qué cosas se dicen de ese aspecto, asunto o tema? Si antes poseemos un esquema en mente o plasmado sobre el papel, no habría lugar para las divagaciones, la dispersión, lo accesorio o insulso en el mensaje de una carta, todo lo cual está sobrando, resulta innecesario exponerlo o se sobre-entiende, no aportando nada a esas ideas principal y secundarias. Sea breve.
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