La redacción de una carta con (¿o “sin”?) ortografía
Ese “algo” no luce, desluce y cuestiona al remitente. Pero nadie posee el monopolio de las fallas en ortografía, menos aún en una época en la que importantes dirigentes político-sociales han manifestado su preocupación ante la existencia de analfabetismo funcional entre las nuevas generaciones, por referirnos a cualquier estrato social; nada de lo cual, por supuesto, debe ser percibido como un consuelo. ¿El remedio ideal para atenuar el mal? La buena y frecuente lectura, además de escribir, pasar y repasar la Ortografía de la Lengua Española (2010), su Gramática (2010) y tener a mano la XXIII Edición del Drae (2014), nada que sea territorio exclusivo de especialistas y que, por lo menos, ayudan a mantener contacto directo con la fuente estándar en orientación sobre la materia, tratada en esos textos por los mejores especialistas. Son libros costosos (nada para una gran institución o empresa), pero en eso de lectura buena (cualquier género, pero de afamados autores) y frecuente... no hay excusa. ¡Hoy la Web nos da acceso a mucho… y gratis en demasiados casos!
Algunos lo creerán, pero están equivocados. El único adversario a vencer cuando escribimos una carta no es solo el uso de la tilde (´) por exceso o defecto, sino también de la coma (,); o las cada vez más frecuentes fallas de concordancia gramatical (número y género, numerosas las primeras sobre las segundas), y otros detalles que vienen despuntando cada vez más, tales como la “discriminación gramatical”: escribir Hombre, pero mujer; Blanco, pero negro; Dios, pero diablo; el nombre del amigo escribirlo con letra inicial Mayúscula, pero en minúscula si no simpatizo con el aludido… En fin, la gramática detesta plegarse a esas pasiones políticas, convencionalismos sociales, clasistas o religiosos. Hay normas comunes para todos. Suprimirlas desluce la carta en significado y presentación. También al autor.