Cartas, crisis mundial del papel y superposición temática
¿Qué hacemos si el papel es cada vez más costoso, de difícil acceso y resulta cuestionado por “anti-ecológico”? ¿No escribimos más? ¿Saltamos (o regresamos) a las sociedades ágrafas? ¿Le dejamos todo al legado oral de las ideas y obras humanas de generación en generación? ¿Esperamos la invención de materiales más benignos en su origen que sirvan a la tarea de plasmar hacia la posteridad nuestras ideas? ¿Aguardamos por el fortalecimiento nacional y mundial de la industria del reciclaje? ¿O, mientras tanto, somos de “verdad-verdad” más comedidos en el uso racional del papel? Cada quien tendrá estas u otras tantas interrogantes, y también respuestas. Entre ellas cabe la última incrustada en el “mientras tanto”, porque “hay que resolver” y continuar… o parar la oficina de forma total o parcial, dadas las limitaciones de acceso al Internet como vía de escape moderna e ideal.
En esta perspectiva nació y se consolidó, en algunos ambientes de trabajo, la superposición temática en una misma carta, lo que llaman en ciertas oficinas, de forma tan común como coloquial, “la cola” o “el chorizo” en la elaboración del contenido o desarrollo de los oficios. Ya no sería posible ni plausible, ante todo por costoso, abordar uno (1) o pocos temas ante cualquier remitente, sino que, aprovechando hasta la última línea o rincón de una página, se le exponen a este los varios asuntos pendientes que resulten oportunos y no sean postergables. Los tiempos que corren, los ambientes de trabajo y, sobre cualquier otro aspecto, las limitaciones materiales que imponen ahorros imprescindibles, obligan a ello en función de bajar costos de producción o mantenimiento. Dicen que “a la necesidad la pintan calva”.